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Este blog está dedicado a D. PABLO PARELLADA MOLAS, alias "MELITÓN GONZÁLEZ". Porque... “EN CUESTIONES DE CRITERIO HUELGA TODA DISCUSIÓN; SIEMPRE TIENE LA RAZÓN EL QUE ESTÁ EN EL MINISTERIO”.

VIII- Así como hay caballería rusticana, existe también la cabañería señoril, con cuyas armas libraron batalla aquella noche la encopetada viuda de Ledesma y las muy nobles y distinguidas señora y señorita de Tinto y de Subirats.

 

VIII

Era necesario no demostrar la menor contrariedad. La prudencia aconsejaba que Fifí se mostrase más alegre que de costumbre. Por eso el próximo día de moda madre é hija tomaron butacas para [el Teatro] Lara, donde la de Ledesma tenía palco; de este modo, si esta señora se había enterado de algo, vería el contento de Fifí, y si Paquito venía á saludarlas, tendrían ocasión de burlarse de él en forma que no le quedasen ganas de volverlas á saludar. 

Se vistió Fifí de mil perifollos y apatuscos; una peinadora, de las caras, hizo llamativa Biblioteca Nacional obra de arte de su pelo, y Lelé echó el resto haciendo estrenar á su hija un magnífico boá de plumas blancas, transformándola en un arbusto nevado.


Al verlas entrar, la de Ledesma no pudo contener la risa, y aunque trató de disimular el motivo, hablando con otra señora de su palco, á Lelé y á Pdfí no se les escapó el regocijo de la viuda; ellas contestaron con una sonrisa despectiva, y quedaron rotas las hostilidades.

De uno y otro bando se dispararon miradas burlonas y risas exageradas hasta llamar la atención. Entre risas forzadas, Lelé hizo de la de Ledesma comentarios sabrosos de su vida, en alta voz, para que se enterasen los espectadores de las filas inmediatas; la niñita tampoco se quedó corta haciendo el dúo á su madre, y los calificativos de «tarasca», «pendón» y «viuda de Ledesma y Compañía » flotaron en el espacio, y como fueran presentidos por la viuda, ésta correspondió con los dictados de «entremetidas», «cursis» y «lagartas», también en voz gutural y más levantada de lo prudente.

Terminada la función, la viuda bajaba el último tramo de la escalera, y con la vista puesta en Lelé y Fifí, que estaban en el vestíbulo, dijo riendo y en alta voz:

¡Jesús! ¡Lo que me he reído esta noche! ¡Qué comedia tan graciosa! Hay que decir á don Cándido que se repita...

No se fué de vacío la de Ledesma; mientras iban saliendo, Lelé dijo á su hija, en igual forma:

Oye, Fifí: ¿sabes que debe ser difícil reir con dentadura postiza?. . .

Y ambas forzaron otra risotada.

Así como hay caballería rusticana, existe también la cabañería señoril, con cuyas armas libraron batalla aquella noche la encopetada viuda de Ledesma y las muy nobles y distinguidas señora y señorita de Tinto y de Subirats.